Hablar de Cream es invocar palabras mayores dentro de los cimientos del rock, particularmente si nos enfocamos a sus celebres integrantes: Jack Bruce, Ginger Baker y Eric Clapton; todos inmersos dentro de una esfera elite musical en la escena underground británica de la década de los años 60. Es curioso percatarse de que el power trio inglés llevara el blues a niveles desconocidos en aquella época, tomando en cuenta que dicho género tiene sus raíces en la música afroamericana de los Estados Unidos. Influenciados, como mucha otras bandas inglesas de aquel entonces, por gente de la talla de Muddy Waters, Howlin´ Wolf y Albert King; Cream forjó un sonido propio que, a diferencia de su álbum debut, se consolida fuertemente en Disraeli Gears, su mejor trabajo de estudio, debido a que refleja puntualmente las directrices musicales que buscaba la banda. Es un disco plagado de originalidad pura, desde su esencia material, hasta los más recónditos rincones sonoros. Atraviesa por piezas de total premura y melancolía que, al mismo tiempo, dan paso al característico virtuosismo de Clapton bajo las estelas rítmicas de Baker y Bruce, desplegando un capacidad técnica seductora, haciendo que el disco fluya sin detenerse y cautivando al escucha. Posteriormente, la carrera en solitario de cada unos de los integrantes de la banda, destacando la de Eric Clapton (a quien le han calificado como un Dios de la guitarra), y los conflictos generados entre Ginger Baker y Jack Bruce opacaron la breve pero sólida trayectoria de Cream, haciendo a un lado los logros obtenidos musicalmente. Disraeli Gears es un material con gran vigencia actualmente, es música adelantada a su época, de tintes bluseros y ornamentos psicodélicos que brotan de mentes privilegiadas y egos enormes como los de Bruce, Clapton y Baker.

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