Calamaro en Puebla: el salto del salmón.

Después de un mes de aplazo, la espera por fin terminaba para mí y muchos más. Quién diría que la lluvia (con todo y rayos) anunciaba que esa noche, era noche de Andrés Calamaro.
La emoción aumentaba poco a poco al anunciar la primera y segunda llamada. Ya para la tercera llamada los gritos casi me dejan sorda y muda. Andrés “El Salmón” Calamaro, apareció en el escenario, y sin más, se presentó con “La parte de adelante”, “Carnaval de Brasil” y “Mi Gin Tonic”, fiel a sus gafas oscuras y debo mencionar que sus zapatos plateados simplemente rifaron.
El Auditorio Siglo XXI coreaba a todo pulmón las canciones, pero fue en “Media Verónica” donde dejamos que Calamaro penetrara nuestros oídos como sólo él sabe hacer. Yo únicamente movía los labios mientras la piel se me ponía chinita (como de gallina recién desplumada) y así, canté en silencio “…nada que ver, si la crónica Verónica reacciona, la Verónica mitad tiene muy poca maldad pero está cansada de esperar”.
Después de saludar y agradecer nuestra presencia, “El salmón” sorprendió al público cuando relató su primer experiencia psicodélica a los 18. Nos asombramos más, porque fue en esta ciudad.
Siguieron las canciones. Entre “Todavía una canción de amor”, “Elvis está vivo”, “El Día de la Mujer Mundial” (engañosa, pues empieza y termina como “Stairway to heaven”, la clásica de Led Zeppelin), “A los ojos” y “Me estás atrapando otra vez”, yo seguía emocionadísima
Después de un caballito de tequila se aventó dos tangos que me dejaron más que asombrada. Sus pasitos de baile fueron la onda. Me hubiera gustado un tanguito más, pero con esos dos (“Jugando con fuego” y “Los Mareados”) me bastó.
Y bueno, el clímax llegó junto a “Crímenes perfectos”. Calamaro no tuvo mucha necesidad de cantar. Todo el auditorio cantó por él (incluyéndome, por supuesto).
Abro un paréntesis aquí para mencionar a una pareja que se veía en sus 30 y tantos: no dejaban de aventarse un buen manoseo en esa canción. Extraño.
Cerró con “Me arde”, “Alta suciedad” y “Paloma”. Después de varios “¡Olé, olé, olé, Andrés, Andrés!”, Calamaro regresó al escenario para cerrar con broche de oro una noche fenomenal.
Nos deleitó con tres más, “El salmón”, “Flaca” y “Sin documentos”.Creo que fuimos afortunados o gritábamos demasiado y esa fue su forma de callarnos, porque me parece que en las ciudades anteriores no tocó “Sin documentos”. A decir verdad una de las mejores canciones de “Los Rodríguez”, banda de la que formó parte. Así, se fue y no volvió. Todos salimos con una sonrisa de oreja a oreja. Yo seguía con la piel chinita y la garganta raspada de tanto grito.
A unas horas del concierto me llegó un correo de un amigo que sabía que amaba a Calamaro. La nota decía que el querido Andrés destrozó la habitación en el hotel donde se quedaba. ¿Por qué? Fue víctima de un robo. Mal plan de los del hotel que no quisieron responder, al menos eso decía la nota. A ver si no se enfureció tanto que decida no volver.
Debo decir que este ha sido uno de los mejores conciertos de mi vida hasta ahora. Creo que es de esos que se te dejan marcado para siempre y de los que recuerdas a los 80 cuando le cuentas a los nietos “en mi época…”. Por lo menos mis nietos (digo, si es que tengo) sabrán de un grande, que digo grande…grandísimo.

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